Kiosko de festejo (foto ©Marcelo Metayer)
La realidad es tentadora, en Estados Unidos es la segunda fecha en cualnto a recaudaciones comerciales. Se calcula que en ese país se gastan unos seis mil millones de dólares anuales entre decoraciones y golosinas (el costo del odontólogo calculo que va aparte).
Así que mientras muchos por estas tierras tratan, con algo más de modestia, de hacerse "el octubre" ofreciendo a la venta todo lo referente al tema, en forma paralela, sobre todo a través de las redes sociales, aparecen los detractores: personajes escandalizados que reclaman que la fiesta es extranjera, como si le dieran tanta importancia al Día de la tradición.
Así, se espantan de que nuestros gurises se disfracen de vampiros, brujas y fantasmas, y derraman letras y lágrimas quejándose de la colonización cultural, mientras mandan a sus hijos a escuelas en las que se enseña inglés y no guaraní, porque les va a servir más para el futuro.
Foto "de protesta" publicada en Facebook
Se reclama la "latinoamericanidad" como si fuese alguna clase de garantía de pureza, o de tradición absolutamente propia, pero no dicen nada a la hora de sentarse el 24 de diciembre a abrir regalos, costumbre ciertamente indígena, claro. Bien de nuestra tierra.
En Bolivia se festeja con enorme adhesión la fecha que sería una suerte de equivalente al Halloween, el Día de los Muertos (1 de noviembre), festividad de origen católico, no indígena, para la cual la gente que vive en las ciudades vuelve a su pueblo natal y, literalmente, se instala en el cementerio para compartir esos días con sus seres queridos ya fallecidos, a quienes les llevan ofrendas y regalos.
En Brasil también ese día es feriado. Téngalo en cuenta si usted es un argentino abrazador de las festividades latinoamericanas que debe viajar a esos países en esa fecha: nadie le va a prestar atención, los shoppings y lugares públicos están cerrados, así de importante es el festejo. Y seguramente usted no se percate antes de llegar allá y verlo con sus propios ojos, porque por acá, por Buenos Aires al menos, no hay ni noticias de semejante efeméride.
Las matrículas de las academias de danza de la Argentina estallan de interesados en anotarse para aprender a bailar gato, chamamé y chacarera, seguramente. Y ni hablar de las peñas, claro. Lo supongo teniendo en cuenta la cantidad de posteos en las redes sociales reclamando lo que Pinti llamó en su momento el fanatismo telúrico.
Chiste alusivo que puede verse circulando en Facebook
Confieso haber festejado Halloween varias veces, incluso antes de que se pusiera de moda a nivel comercial. La última vez fue hace unos años, para los amiguitos de mi hija. No me genera absolutamente ninguna culpa, ni contradicción, después de todo el Papá Noel que todos celebramos como si fuera autóctono viene de tradiciones europeas, y para colmo la imagen de viejito rubio y chachetón que tenemos de él la inventó ni más ni menos que Coca Cola.
Escenografía casera para la fiesta de los chicos
Escandalizarse ante este "festejo" que, seamos realistas, en nuestro país no es más que una excusa para que los chicos se disfracen y compren golosinas, ya que la base real, pagana, celta del asunto está absolutamente ignorada, es negar que la cultura es un ente vivo.
Hablar de "colonización" en una época tan globalizada como la nuestra es anacrónico. En todo caso preguntémonos por qué nadie reacciona tan apasionadamente ante los festejos de San Patricio. Será que si hay cerveza de por medio no es tan grave.
En Estados Unidos, la enorme comunidad latina está imponiendo la tradición de la "quinceañera". Supongo que habrá americanistas recalcitrantes que se preocupan por que esta fiesta acabe por eliminar la propia, que incluso ocurre un año más tarde en la vida de las chicas, los "sweet sixteen". O tal vez no.
Los árabes dejaron su influencia tras ocho siglos en España, los romanos "tomaron prestada" la religión griega, Marco Polo importó los fideos a Italia, y hasta el gatito que saluda en los supermercados chinos es de origen japonés.
La cultura es como el ser humano: vive, se nutre, toma y deja. No hay que asustarse por eso.
Así que feliz Jalogüin, canejo!
"Apropiación" cultural y negocio